domingo, 9 de junio de 2013

REFLEXIONES


“AUTORIDAD Y LIBERTAD”
 Por: Vidal Merma C

ANÁLISIS DE CASOS:

En cierta ocasión, cuando recién comenzaba, en los primeros años de mi labor pedagógica, comenté con el director académico del colegio donde ensañaba, lo que al parecer había sido de parte mía, un desliz en el uso de la autoridad. Le conté un poco mortificado haberme negado a que un alumno de otra clase permaneciera en la ventana del salón haciendo insistentemente muecas, mientras que dos alumnos hacían una exposición, provocando la risa de los demás estudiantes. Ante la negativa del alumno de retirarse del lugar tuve que interrumpir la exposición, y salir del salón para llamarle fuertemente la atención mostrando así mi disconformidad y descontento. Para mí, esta acción, con la que había devuelto al aula el clima necesario para continuar con la actividad específica y restaurar el derecho a proseguir la labor docente, había sido autoritaria. El director académico muy seguro de si me dijo que no, explicándome que libertinaje hubiera sido si Yo permitía que la indisciplina de una libertad mal entendida desequilibrara el espacio pedagógico, perjudicando así su funcionamiento y llevándome inevitablemente al descontrol total.

REFLEXIÓN:

A menudo en nuestras instituciones educativas se presentan los conceptos de  libertad y autoridad, como opuestos o antagónicos; en el que la  libertad de los estudiantes y la autoridad del docente tienden a enfrentarse y competir; este es el gran problema al que suele enfrenta el docente de opción democrática que se ve en la necesidad de buscar el límite, para que la libertad no degenere en libertinaje y la autoridad en autoritarismo.

Muchos de nuestros estudiantes consideran que la libertad está por encima de cualquier límite, como en el caso antes mencionado; creen que tienen derecho a todo y nada  les debe ser negado y prohibido. Como sabemos no es exactamente así, porque si es cierto que es una facultad que posee todo ser humano de poder obrar según la propia voluntad (capacidad de elección); esta implica ciertas condiciones; como plantea Adela Cortina, la libertad es independencia para el disfrute de la vida, pero siempre teniendo en cuenta las reglas y los derechos de los demás; y es autonomía, que implica tomar las propias decisiones, pero con responsabilidad. En tal sentido,  hacer ejercicio de nuestra libertad no significa elegir por elegir o un “hacer lo que yo quiera” caprichosamente, sino por el contrario es optar libremente y con responsabilidad por algo que nuestro entendimiento nos presenta como bueno, adecuado y conveniente, tanto  para uno como para los demás.

Con respecto a la autoridad no es un poder coercitivo que pretenda imponer a otros su voluntad a toda costa, cuando esto sucede se convierte en autoritarismo, que lo único que genera es rebeldía y disconformidad en nuestros estudiantes. Sin embargo, es importante señalar que el docente sigue siendo tal.  Que ese apostar por la autonomía de nuestros estudiantes no significa caer en permisividad.  Muy por el contrario los estudiantes no solo necesitan de límites, sino que también actuemos con firmeza; Cortina (1997) dice “el respeto a la autoridad permitirá hacer uso de su libertad que implica, firmeza y disciplina, en base a los modelos que de él y ella, observa de los adultos, van asumiendo ciertas características”, persuadir con argumentos y con el ejemplo siempre es más conveniente que imponer una norma.


Finalmente, volviendo a esta aparente contradicción entre el binomio autoridad y libertad, considero que no existe tal.  Formar en libertad es perfectamente posible sin perder nuestra autoridad, por el contrario la reafirma y la enaltece ya que subordina, como debe ser, la potestad a la autoridad moral.  El reto consiste en apostar por la autonomía de nuestros estudiantes.  Una actitud que no significa de ninguna forma dejarlos a la deriva, pero tampoco convertir nuestra función en una suerte de coerción que distorsiona los fines educativos de un profesional. Así, nuestra praxis educativa es un continuo  ajustar y soltar las “riendas formativas”.

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